SEMANA 7 Y 8: 25 DE MAYO AL 05 DE JUNIO
Humanismo y Religión.
TALLER PRE-BIMESTRAL.
Un
problema de lenguaje.
« Eros » y « agapé »,
diferencia y unidad
3. Los antiguos griegos
dieron el nombre de eros al amor entre hombre y mujer, que no nace
del pensamiento o la voluntad, sino que en cierto sentido se impone al ser
humano. Digamos de antemano que el Antiguo Testamento griego usa sólo dos veces
la palabra eros, mientras que el Nuevo Testamento nunca la emplea: de los
tres términos griegos relativos al amor —eros, philia (amor de amistad)
y agapé—, los escritos neotestamentarios prefieren este último, que en el
lenguaje griego estaba dejado de lado. El amor de amistad (philia), a su vez,
es aceptado y profundizado en el Evangelio de Juan para expresar la
relación entre Jesús y sus discípulos. Este relegar la palabra eros, junto
con la nueva concepción del amor que se expresa con la palabra agapé,
denota sin duda algo esencial en la novedad del cristianismo, precisamente en
su modo de entender el amor. En la crítica al cristianismo que se ha
desarrollado con creciente radicalismo a partir de la Ilustración, esta novedad
ha sido valorada de modo absolutamente negativo. El cristianismo, según
Friedrich Nietzsche, habría dado de beber al eros un veneno, el cual,
aunque no le llevó a la muerte, le hizo degenerar en vicio.[1] El filósofo alemán expresó de este modo
una apreciación muy difundida: la Iglesia, con sus preceptos y prohibiciones,
¿no convierte acaso en amargo lo más hermoso de la vida? ¿No pone quizás
carteles de prohibición precisamente allí donde la alegría, predispuesta en
nosotros por el Creador, nos ofrece una felicidad que nos hace pregustar algo
de lo divino?
Benedicto XVI.
(2005). Deus Caritas Est, Editorial
San Pablo, Bogotá
1. ¿A qué hace referencia el amor que no nace de la voluntad?
2. ¿Por qué Según
el planteamiento del autor de la Encíclica, el amor agapé denota algo esencial en la novedad del
Cristianismo?
3. De
acuerdo al autor la crítica a la religión emprendida por el filósofo alemán F.
Nietzsche, estaba centrada en la desvaloración que ésta hizo del amor eros,
provocando que este degenerara en vicios. Esto podría deberse a: Explique.
Responda las preguntas 4 y 5 de acuerdo al siguiente texto.
Desde el siglo XIX se ha
planteado una objeción contra la actividad caritativa de la Iglesia,
desarrollada después con insistencia sobre todo por el pensamiento marxista.
Los pobres, se dice, no necesitan obras de caridad, sino de justicia. Las obras
de caridad —la limosna— serían en realidad un modo para que los ricos eludan la
instauración de la justicia y acallen su conciencia, conservando su propia
posición social y despojando a los pobres de sus derechos. En vez de contribuir
con obras aisladas de caridad a mantener las condiciones existentes, haría
falta crear un orden justo, en el que todos reciban su parte de los bienes del
mundo y, por lo tanto, no necesiten ya las obras de caridad. Se debe reconocer
que en esta argumentación hay algo de verdad, pero también bastantes errores.
Es cierto que una norma fundamental del Estado debe ser perseguir la justicia y
que el objetivo de un orden social justo es garantizar a cada uno, respetando
el principio de subsidiaridad, su parte de los bienes comunes. Eso es lo que ha
subrayado también la doctrina cristiana sobre el Estado y la doctrina social de
la Iglesia. La cuestión del orden justo de la colectividad, desde un punto de
vista histórico, ha entrado en una nueva fase con la formación de la sociedad
industrial en el siglo XIX.
Benedicto XVI.
(2005). Deus Caritas Est, Editorial
San Pablo, Bogotá
4. ¿En qué consiste la cr´tica Marxista a la práctica caritativa de la Iglesia?
5. ¿Cuál debe ser, según el autor del Texto, una norma fundamental del estado?
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